Parece
que por fin, y tras la habitual serie de globos sonda, contradicciones y
desmentidos, la reforma fiscal del
gobierno español elaborada para repartir “de forma equitativa” el esfuerzo ante
la crisis, ya es definitiva.
No le
voy a engañar. No es que me esperara mucho habida cuenta del afán que se venía
demostrando para no molestar a los ricos,
pero aún así me he visto defraudado en mis expectativas: los cambios no llegan
ni a la categoría de cosméticos.
En
efecto, la reforma limita su alcance a un incremento
de entre el 1 y el 2% para los tramos superiores de las rentas del trabajo del IRPF. Las rentas sobre el capital no se tocan, una medida que es difícil
de entender en un gabinete pretendidamente de izquierdas cuando en el Reino
Unido, de gobierno conservador, han subido 10 puntos porcentuales (y no ha
pasado nada, ¿ha oído usted algo sobre una fuga de capitales en la Pérfida Albión?). Sobre todo, si tenemos
en cuenta que en España el tipo
marginal máximo de las rentas del
trabajo antes de la reforma (43%) ya era más del doble que el máximo de las rentas del capital (21%). Situación agravada por el hecho de que es
mucho más fácil la evasión fiscal (o
cuanto menos, cierto grado de “optimización fiscal”, como dicen los banqueros
privados) en el segundo de los casos, como a nadie se le oculta.
Permítame
una obviedad: la principal fuente de rentas de los ricos (las que en teoría se
quieren gravar aquí) no vienen del trabajo, sino del capital. En concreto, por
fijar un punto de corte todo lo arbitrario que se quiera, los ingresos del
trabajo de los sujetos que declaran más de 600.000 euros anuales sólo
representan el 18%. ¿Qué quiere esto decir? Pues que en el tramo mencionado, el incremento real de la presión impositiva
de la reforma del IRPF es del 0,36% de media (a mayor riqueza, menos
incremento). Bastante menos de la décima
parte del esfuerzo exigido a los funcionarios, por ejemplo. Pobrecitos
ricos... Tal vez tengan que recortar un poco la generosidad de la cesta de navidad
del servicio.
A
todo esto, ¿qué dice el principal partido de la oposición? Pues que el Partido Popular bajará los impuestos sobre el capital cuando llegue al poder
(aunque con cierta habilidad, digna de mejor causa, los denomine “impuestos
sobre el ahorro”).
Me
temo que con la clase política que nos ha tocado en suerte, los ricos también lloran, pero de risa.
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sobre políticas económicas asimétricas en España en mis blogs:
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