domingo, 3 de octubre de 2010

IRPF: ¿LOS RICOS TAMBIÉN LLORAN?


Parece que por fin, y tras la habitual serie de globos sonda, contradicciones y desmentidos, la reforma fiscal del gobierno español elaborada para repartir “de forma equitativa” el esfuerzo ante la crisis, ya es definitiva.

No le voy a engañar. No es que me esperara mucho habida cuenta del afán que se venía demostrando para no molestar a los ricos, pero aún así me he visto defraudado en mis expectativas: los cambios no llegan ni a la categoría de cosméticos.

En efecto, la reforma limita su alcance a un incremento de entre el 1 y el 2% para los tramos superiores de las rentas del trabajo del IRPF. Las rentas sobre el capital no se tocan, una medida que es difícil de entender en un gabinete pretendidamente de izquierdas cuando en el Reino Unido, de gobierno conservador, han subido 10 puntos porcentuales (y no ha pasado nada, ¿ha oído usted algo sobre una fuga de capitales en la Pérfida Albión?). Sobre todo, si tenemos en cuenta que en España el tipo marginal máximo de las rentas del trabajo antes de la reforma (43%) ya era más del doble que el máximo de las rentas del capital (21%). Situación agravada por el hecho de que es mucho más fácil la evasión fiscal (o cuanto menos, cierto grado de “optimización fiscal”, como dicen los banqueros privados) en el segundo de los casos, como a nadie se le oculta.

Permítame una obviedad: la principal fuente de rentas de los ricos (las que en teoría se quieren gravar aquí) no vienen del trabajo, sino del capital. En concreto, por fijar un punto de corte todo lo arbitrario que se quiera, los ingresos del trabajo de los sujetos que declaran más de 600.000 euros anuales sólo representan el 18%. ¿Qué quiere esto decir? Pues que en el tramo mencionado, el incremento real de la presión impositiva de la reforma del IRPF es del 0,36% de media (a mayor riqueza, menos incremento). Bastante menos de la décima parte del esfuerzo exigido a los funcionarios, por ejemplo. Pobrecitos ricos... Tal vez tengan que recortar un poco la generosidad de la cesta de navidad del servicio.

A todo esto, ¿qué dice el principal partido de la oposición? Pues que el Partido Popular bajará los impuestos sobre el capital cuando llegue al poder (aunque con cierta habilidad, digna de mejor causa, los denomine “impuestos sobre el ahorro”).

Me temo que con la clase política que nos ha tocado en suerte, los ricos también lloran, pero de risa.




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Más sobre políticas económicas asimétricas en España en mis blogs:



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