miércoles, 2 de junio de 2010

El fin del mundo y la normalidad: una reflexión bursátil

Por alguna razón misteriosa, los mismos que hacemos un uso habitual de la historia y la estadística para proyectar presupuestos, beneficios, tendencias, precios y demás variables de similar jaez, nos olvidamos de todo ello cuando nos encontramos con una situación económica desfavorable, eligiendo en su lugar un procedimiento mucho más riguroso y probado; esto es, el método de chuparnos el dedo y someterlo al arbitrio de los vientos para ver de dónde viene el aire, lo que inevitablemente nos hace llegar casi siempre a la misma conclusión: lo que estamos viviendo no tiene precedentes.

Viene esto a colación de la volatilidad con que nos amenizan las bolsas mundiales últimamente y, sobre todo, de los cambios de opinión que, siguiendo sus vaivenes, van sufriendo los gobernantes del mundo mundial como si las variaciones diarias de los mercados fueran un indicador preciso de la salud económica global, que al parecer, experimenta afecciones distintas cada día, así como súbitas remisiones espontáneas.

Cualquier degenerado del análisis numérico o simple observador del comportamiento de nuestra curiosa especie alcanzaría sin embargo a explicar el fenómeno de una forma muy simple: los seres humanos no son racionales y cometen errores sistémicos. Por eso, como los hechos son tozudos, si se analiza cualquier serie de precios de un valor se observa una distribución mucho más leptocúrtica (con colas más gruesas y una fuerte concentración en la media / mediana) de lo que predeciría un modelo normal (que siguiera la hipótesis de expectativas racionales, la célebre campana de Gauss aplicada a las finanzas). ¿Por qué? Porque existen períodos de euforia (cola de la derecha), pánico (cola de la izquierda) y de infrautilización de las inferencias a realizar con los datos disponibles cuando los cambios de información son sucintos (concentración en torno a la media / mediana). En otras palabras: siempre pasa lo mismo porque los hombres somos un saco de pulsiones, qué le vamos a hacer. Cuando se llevan varios años de subidas continuadas en las cotizaciones bursátiles, incrementos del PIB, descenso del paro, etc. se habla de un "nuevo patrón de crecimiento" que hará que el bienestar general del mundo aumente de forma significativa y las crisis sean más pequeñas y dilatadas en el tiempo (recuerden lo que se decía de la importancia de las tecnologías antes de la explosión de las puntocom en la mejora de la eficiencia económica, o lo que se decía de la importancia de China e India como demandantes ubicuos eternos hasta hace tres años; sólo por citar dos casos recientes). Aparecen “expertos” que nos explican las indecibles bonanzas del círculo virtuoso en que nos hallamos y descienden los arcángeles a deleitarnos con el sonido de sus celestiales arpas. Cuando, por el contrario, se produce el pinchazo, siempre aparece algún gurú (a menudo, el mismo que antes) que nos detalla, siempre a posteriori eso sí, las razones por la que estamos ante la peor situación que ha habido en el universo mundo desde el sopicaldo de partículas precursoras; es llegado entonces el momento del Apocalipsis (y de la búsqueda de algún que otro Anticristo al que endosarle el mochuelo mientras se mira hacia otro lado silbando con disimulo).

Lo bueno es que también siempre la realidad se empeña en demostrarnos lo contrario. Cuando los economistas, en nuestra aburrida jerga (casi diríase jerigonza) hablamos de que los mercados “sobrerreaccionan”, nos referimos a esto; si no lo decimos con mayor claridad es por miedo a que nos echen del club y tengamos que ganarnos la vida honradamente (sólo de pensarlo se me abren las carnes). Como ahora todos los "analistos" estamos de acuerdo en que vivimos en el "peor de los mundos posibles" (si se me permite la licencia de ser un poco chistoso a costa de Leibniz) la recuperación es cosa segura. ¿Nos quedan todavía tiempos duros? Sin duda. ¿Saldremos de esta? Pues claro. Lo que sería de agradecer es que los gobiernos mantuvieran la cabeza fría y no bailasen al son de unos mercados carentes de armonía y dirección. Al fin y al cabo, llevamos viviendo en “la peor crisis” periódicamente, desde que existen documentos escritos. ¿Qué tal abordar esta con algo de sosiego? Pensando en el solar patrio y en sus dos principales formaciones políticas (sí, ambas) dan ganas de añadir: “un poquito de por favor”…

4 comentarios:

  1. Ja, ja. De economista a economista, cuánta razón tienes. Nuestra profesión no es seria.

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  2. Perdona por tardar tanto en contestar. La verdad es que soy bastante analógico y aún me hago un lío con esto de los blogs.

    Pues sí. Pero no sé por qué, la mayoría de nuestros colegas, adoptan poses de infalibilidad que mueven aún más a la hilaridad.

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  3. Tú lo has dicho un poquito de por favor. De todas formas desengañémonos, no son los gobiernos los dirigen el chiringuito financiero, los gobiernos solo se encargan es de socializar las perdidas de bancos y grandes empresas y repartirlas vía impuestos, para luego calentarse la cabeza entre los partidos gobernantes y los de la oposición con trifulcas de patio de colegio.

    Gracias por seguir

    http://lacrisisdelcapitalismo.blogspot.com/

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  4. Gracias a ti. Cuantos más seamos los que denunciemos este tipo de actitudes, más posibilidades hay de que los ciudadanos se despierten algún día.

    Un abrazo.

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